En la más pura tradición del western,
la editorial Laramie tiene el gusto de recuperar obras de la talla del Diablo
Canyon, de Eugenio Sicomoro (su nombre real es Bruno Brunetti). Uno de los
grandes dibujantes italianos, que los más veteranos del lugar podemos
recordarle por alguna que otra historia corta en la revista Totem el Comix (Toutain
Editor), por el álbum de 1993 de Sida Connection (con guión de Claude Moliterni, de Ediciones Zinco). Así como La prisión (Destinos nº 12, Glénat) o La puerta al
cielo (con guion de Mayko, de Norma). Han tenido que pasar unos cuantos años,
para poder ver una antología de historietas suyas completa en nuestro país, del
género por el que siente auténtica devoción, el western. Un amor de toda la vida,
que viene de filmes como El hombre que mató a Liberty Valance, de John Ford,
pasando por Sin perdón, de Clint Eastwood. Adentrémonos en las
seis historias que componen el tomo.
La primera de ellas, Bienvenidos a
la ciudad fantasma, está protagonizada por el duro Ken Burbage. Nada más llegar
a Dollar City (nacida al calor de la fiebre del oro), apostilla no creer en los
fantasmas, ante sus compañeros de viaje. Una ciudad abandonada, en la que se ocultan ciertos forajidos (sin saberlo), para esconder su propio botín, nada
menos que 10.000 dólares. Forajidos que son confundidos con Red, White y Julián,
por un supuesto fantasma en forma de viejo, que dice de haber cuidado de un
tesoro: un millón de dólares en pepitas de oro. Al cual piensan en liquidar,
sin saber que nada saldrá como han planeado.
En Una bolsa en la tierra, nos sitúa
en 1774, y la residencia del gobernador de general, Providence House, en la que
se decreta un impuesto extraordinario sobre todas las importaciones de té,
efectuadas en esa colonia británica (futuro Estados Unidos). Algo que los
colonos no justifican, poniendo a uno de ellos sobre aviso, Swam; poniendo en
jaque a los navíos ingleses y el cargamento de té, disfrazándose de indios para
tirar la mercancía por la borda.
A continuación, El general y el titiritero,
está protagonizada por Robert Foster, un
ambicioso joven militar, al que acaban de hacer coronel (y futuro general). Un tipo sin escrúpulos, que increpa
a una anciana, cayéndoselas unas manzanas, para recoger una de ellas un titiritero (disfrazado
con una cabeza de zorro), que estaba en ese momento ejecutando una danza para atraer
la atención de los transeúntes. Cruzando ambos la mirada, sin obtener respuesta alguna.
Pasando por uno de los temas clásicos
del western, en La redención, como el robo de un botín, en el que tres
forajidos desconfían el uno del otro. Planean dividirse el dinero a la mañana
siguiente, pero Trucky y Charlie cambian de opinión, y piensan acabar con su
socio Craig en mitad de la noche. Afortunadamente este, de sueño ligero,
se despertará encañonando a sus amigos, terminando huyendo malherido, para ser
recogido por una joven de una caravana.


En la penúltima historia, Un
hombre preciso, está protagonizada por Lew Stanton, un ex oficial nordista,
amigo de unos niños, a los que muestra su habilidad con el revólver. Aficionado
a las partidas de póker, se verá envuelto en una partida, en el que un jugador
inesperado, acusará a Lew de hacer trampas con las cartas. Todos piensan que
acabará con su vida, pero no sucederá, tildándolo varios del lugar como un cobarde;
Lew tiene sus propios motivos para no hacerlo.
Acabando con El cazador
solitario, y el sheriff de Wild Valley que llega a la taberna de Paradise City.
Busca a un asesino escondido por la zona, y no quiere que caiga en manos los
indios Kiowa. Quiere apresarlo para llevarlo ante la justicia, pero nadie del
lugar parece querer ayudarle, hasta que entra un hombre que vive en
la montaña, proponiéndole que le ayude, sin conseguirlo. Un tipo que se
pregunta qué clase de justicia hay, acordándose de su hijo Tommy.
Estamos ante historias
sobresalientes, de un Sicomoro (1952, Roma) inspirado, en el que imparte su
propia visión del viejo Oeste. Donde las leyes parecen que no existan, y la
violencia sea un pilar en la sociedad. Un mundo donde la justicia no es todo lo
efectiva que debería ser, en el que el dinero y la avaricia prevalecen sobre la
compasión y el amor que se debería profesar. Eso unido al talento gráfico y
detallado del lápiz de este autor, hace de este nuevo volumen de la
colección de Laramie Ediciones, uno de los mejores títulos publicados.
La edición se acompaña de una
entrevista al propio Sicomoro, y una galería de personajes, vaqueros e indios llenos de expresividad y muy bien realizados a lápiz. El primero de ellos sirve como portada,
con un diseño realmente atractivo efectuado por Mikel Navarro, para el deleite
del posible lector.
Este es sin duda el mejor camino
de Laramie, la elección de buenos autores y grandes títulos. Estoy convencido
de que la editorial tiene mucho que aportar hasta este medio, y a la popularización
de este tipo tebeos. Brindemos por ello, mientras imaginamos cabalgar por
el lejano Oeste en compañía de los mejores cowboys, y el sabor más clásico del
western.
Diablo Canyon
Guion y dibujos de Eugenio Sicomoro
Rústica con solapas, 112 páginas, 17 x 24 cm, b/n
Traducción de Luis Domínguez
PVP: 15,95€