Cada vez que aparece con una novedad Adrian Tomine (Sacramento, 1974) en nuestras librerías, genera una
cierta expectación por lo que pueda mostrarnos este autor. Si en trabajos
anteriores como Rubia de verano, Sonámbulo y otras historias, Shortcomings, Escenas de un matrimonio inminente, y principalmente en
Intrusos, demostraba un dominio del lenguaje del cómic y nos adentraba en
relatos cotidianos, los sentimientos, el amor
o la vida familiar. Ahora en su nuevo trabajo La soledad del dibujante, nos
sumerge en su profesión, con un cuaderno de historias autobiográficas. Tomine
nos hace participe en todo momento con su obra, de sus inicios en el colegio, en las que ya quiere ser un dibujante a altura de John Romita; todo esto allá por 1982 en la localidad de Fresno (California), hasta la actualidad, en el
Brooklyn del año 2018.
De esta manera, seremos testigos
de su relación con el mundo del cómic, las convenciones, las críticas de sus cómics,
el apoyo de Daniel Clowes en sus inicios con Optic Nerve, o de su fichaje por la editorial Drawn &
Quarterly. Así como su aspiración frustrada de ganar un Eisner, el encuentro
con compañeros de profesión o las primeras giras de promoción de sus cómics y
las consiguientes decepciones por la apenas asistencia de público. Sin faltar
(muy a su pesar) en sus primeras entrevistas, de cierta timidez, al igual que en sus
sesiones de firmas con lectores, o de la fatal confusión de una lectora en su
viaje a Japón. Aportando, uno de los pasajes más importantes de su vida, de cómo
conoció a Sarah (su mujer) en Nueva York en 2003, su posterior relación y el
nacimiento de sus dos hijas. Un momento clave que está presente en toda la
obra.
Año tras año, Tomine intenta superar sus miedos como persona, hasta que un día, un dolor en el pecho le lleva a las urgencias del hospital con unos síntomas que le atenazan físicamente y psicológicamente. Cree que va a morir y que su vida está en peligro, comenzando en ese momento a reflexionar sobre lo que ha vivido y si ha merecido la pena luchar por llegar a ser alguien en el mundo del comic. Será el primer día de su nueva vida, por seguir adelante por y para su familia.
En referencia al formato empleado por Sapristi, es el mismo que la edición de Drawn & Quarterly (a excepción de la goma elástica y el marca páginas de tela) en forma de libreta de bolsillo moleskine. Sí que destacaría que las páginas con cuadros en azul, hacen resaltar más si caben los dibujos de Tomine, y nos retrotraen a aquellas libretas de nuestra infancia, con las que estudiamos. Una edición manejable y atractiva que destaca por su sencillez y efectividad.
La soledad del dibujante es más que un brillante cuaderno de sketches, con momentos realmente divertidos, que nos ponen en la piel del autor a lo largo de su vida. Episodios llenos de humor e ironía, acompasados de momentos íntimos y llenos de emotividad. Una lectura que se rige por un esquema de seis viñetas por página, para llegar al lector de una forma más directa al corazón. La expresividad con la retrata Tomine las facciones de los protagonistas y la sencillez de su línea a la hora de dibujar, hacen de la obra una delicatesen visual, que todo lector que se precie debería degustar. Sin duda, un Adrian Tomine en estado de gracia, sobresaliente, que no debes dejar escapar.
La soledad del dibujante, de Adrian TomineCartoné, 168 páginas, 14 x 21 cm, b/n
Traducción de Raúl Sastre
PVP: 21,90 €
No hay comentarios:
Publicar un comentario