Los años ochenta fueron unos años de cambios profundos en la sociedad, la gente joven que por fin podía sentir que llegaban al país nuevos aires, un cambio político y diferentes estilos musicales que se radiaban en la estrenada FM. Es el caso del Heavy Metal, un género musical que vivían con gran intensidad un grupo de chavales de instituto de Madrid, que pasaban de ser adolescentes y una serie de vivencias (las drogas, la delincuencia juvenil o el clasicismo social) a una vida adulta con un montón de recuerdos en su mochila personal. Todo esto y más, lo podremos leer en Días de inmortalidad, de Eliseo García y Javier Urrea.
Un álbum de Drakul, con una historia que nos recuerda las vivencias de un grupo de ocho adolescentes apodados como Mugre, Chino, Mono, Rocky, Rata, Francis, Tarzán o Pelas, entre otros. Cada uno de los capítulos está protagonizado por varios de cada uno de los mencionados. De esta manera, la historia se inicia cuando Rata (que está comiendo pipas en un banco) y Mono, ven como se les acerca un compañero, Pepepótamo, que viene de la academia de estudiar en pleno verano. Está castigado de ver el Mundial 82 de futbol, pero no a ver a los Rolling Stones en el estadio del Vicente Calderón. Desatando la envidia de los muchachos, mientras pasan el tiempo bebiendo unos litros de cerveza. Todo ello amenizado por canciones del legendario grupo Leño, liderado por Rosendo Mercado.
Tiempos en los que los chavales no tienen ni un duro, y sí todo el tiempo del mundo para bacilar a Tarzán, que presume de venir de la piscina y ver a la bella Beli. La cual estaba con unas amigas a las que les gusta el tecno, y este pasar de ella precisamente por ello. Mientras, los otros piensan en llevarla a la casa de uno de ellos, para echarla unas gotas en la bebida y dormirla para ciertos propósitos. Finalmente solo accederán dos de las amigas de Beli, que piensan primero ir a casa de Javi a ver una película de Alien; de las que saldrán mareadas y vomitando al ponerlas yumbina en sus bebidas.
Poniendo la historia en énfasis más si cabe, las relaciones amorosas, las pellas en el instituto, las cintas de casete, y las clases tediosas. Mientras la vida continúa con más conciertos, como el de Saxon en el pabellón de deportes del Real Madrid, la visita al rastro un domingo cualquiera (con la aparición estelar de El vaquero). Así como el estreno de Blade Runner, ciertas peleas con los skinhead, o la celebración de un concierto en la sala Canciller de Barricada.
Vivencias narradas de una juventud que no volverá, con una banda sonora importante, en el que el descubrimiento del sexo, las drogas y el heavy metal, jugarán una baza fundamental en el guion de Eliseo García. Todo ello acompañado de una jerga de la época, en boca de los protagonistas de la historia, siendo fieles a una forma de vida del barrio. A Eliseo se le suma el dibujo detallado de Javier Urrea, el cual se ha pegado un “curro de lo lindo”, para reflejar cada lugar, automóvil, ropa, revista, cómic o disco de aquellos años.
Todo aquel que vivió esos años, se verá reflejado en algunas de las vivencias de las protagonistas. Lo único que querían, era pasarlo lo mejor posible, en un tiempo que en que la pela era la pela y la vivencia de cada familia para salir adelante y sus hijos era desigual, ante un difícil entorno.
Días de inmortalidad es un fiel testimonio de una sociedad que salía del franquismo, que necesitaba salir del estancamiento, con nuevas experiencias, y los jóvenes estaban allí para comerse el mundo, aunque sea solo un poco. Una lectura llena de sensaciones, en el que los recuerdos se amontonan en cada una de las brillantes páginas que firman Eliseo García y Javier Urrea.
Días de inmortalidad
Guion de Eliseo García
Dibujos de Javier Urrea
Prólogo de El Pirata
Cartoné, 104 páginas, 21 x 27,9 cm, color
PVP: 21,95€
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