En los últimos años, los cómics relacionados con los virus han sido diversos. Dentro de nuestro mercado más local, recuerdo el relacionado con el Superlópez de Jan, en El virus Frankenstein o La Gripe “U” de Mortadelo y Filemón, de Ibáñez, pero sin duda uno de los más destacados internacionalmente, es el del virus zombi de Los muertos vivientes, de Robert Kirkman, Charlie Adlard (y Tony Moore en las primeras entregas). Y recientemente (con la pandemia del Coronavirus en plena expansión mundial), la primera entrega de V-Wars 1: La reina escarlata, de Jonathan Maberry y Alan Robinson. Una historia (llevada como serie de Netflix) que nos recuerda la fragilidad de la especie humana, enfrentándose a otra parte de la humanidad convertida en vampiros.
La narración nos sitúa en una Norteamérica en guerra contra unos vampiros, humanos convertidos a esa terrible condición, gracias a un virus procedente del deshielo ártico. Una pandemia que se hace global que produce un hambre insaciable de sangre, todo ello gracias a un gen que transforma el ADN, el llamado Gen V. La primera víctima (paciente cero) tendrá como protagonista a un camarero, a Michael Fayne, un hombre que caza mujeres y bebe su sangre. Tras 212 días de guerra vampírica, el Dr. Luther Swann, intenta ayudar en lo posible a su unidad de combate, la sección V 8 (equipo Víctor Ocho de contrainsurgencia vampira y antiterrorista). Al regresar a casa, descubre como su hija Jenny se ha convertido en vampiro, ha matado de forma salvaje a su hijo Brian y a su exmujer. Un terrible suceso que le cambiará la mente por completo.
La ley marcial se ha implantado en todo el país, algo que no impide que en medio de una declaración del portavoz del gobierno Conrad Holly, sea asesinado por un de los "vamps" que pululan por el país. Una noticia que es cubierta por la periodista Yuki Nitobe, y que encierra algo más en todo lo que se ve a plena vista. Es ahí cuando el Dr. Swann intenta mediar entre los humanos y vampiros, pues comparten ciudades, y no quiere que la guerra lleve a más derramamiento de sangre. Uno de los encuentros claves tendrá que ver con La reina escarlata.
El guionista Jonathan Maberry, plantea una buena historia, en la que se guardan varios ases en la manga, con giros argumentales muy interesantes, en el que nos sorprende y atrapa al lector. Su compañero en la labor artística, Alan Robinson, realiza un trabajo competente y detallado, con un estilo narrativo y fluido. Una buena combinación entre lo escrito por Maberry y lo dibujado por Robinson, da como fruto un tebeo de fácil lectura y lleno de puro entretenimiento.
Confío en que Drakul a través del sello Likantro, retome la serie después del verano y la situación de esta pandemia haya mejorado y nuestras vidas nos lleven a esta mal llamada nueva normalidad. V-Wars es una buena serie que merece la atención de cualquier lector que se precie de lecturas vampíricas.
V-Wars 1: La reina escarlata. Rústica, 120 páginas, color. 14,95 €.
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