El erotismo siempre ha sido una constante en el noveno arte. A lo largo de los años las revistas para adultos fueron impregnando sus páginas de bellas mujeres, en la que se mezclaba la fantasía, la ciencia ficción, la cotidianidad o los locos años treinta en diversas series y personajes. Una situación dentro del panorama del cómic que comenzó a fraguarse en los años sesenta con Valentina, de Guido Crepax, para a continuación en los años setenta y ochenta, implementarse más si cabe. La llegada personajes como Vampirella, creado por Forrest J. Ackerman, y cuya popularización llegó con el desembarco en Warren Publishing de Pepe González; la cual se mantuvo en los setenta en el subconsciente de unos cuantos jóvenes y adultos. Así como en los ochenta, la llegada al público de la obra de Manara, Serpieri, y Azpiri con El clic, Druuna, y Lorna respectivamente, supuso toda una revolución con sus chicas, para todo adolescente que se preciara de un buen gusto por el erotismo. Ya en los noventa, Trillo y Bernet con Clara de Noche, y su propuesta novedosa, fue toda una revolución para la revista El Jueves; como de alguna manera, pero de forma más intensa, lo fueron las historias eróticas de las chicas de Horacio Altuna para la revista Playboy, con las que consiguió un éxito internacional apabullante.
En estos años, si hay alguien que se mantuvo fiel al erotismo y la pornografía, no es otro que Robert Crumb, con unos inicios “underground”, en los que combate duramente la corrección política. Y aún hoy día, se siguen reeditando sus obras del comienzo con un ritmo pausado pero firme.
Estos son solo algunos ejemplos de autores que quiero significar en el noveno arte y el erotismo, para llegar hasta Ugo Bienvenu y su obra B.O, como Dios. Un título que recoge una ópera espacial pornográfica, en la que el autor retoma su obsesión por los robots y el mundo futuro.
B.O, como Dios, narra la historia de un robot con 762 años que surca el espacio haciendo gozar a las mujeres de toda raza y condición. Es el último robot sexual heterosexual de la galaxia que viaja en su nave en forma de pene, con la que visita a sus clientas. Una mujeres que forman parte una lista limitada a las que satisfacer; una de ellas es Joulia, la cual debe visitar varias veces a la semana a pesar de que su tarifa es elevada. Ella está enamorada realmente del robot, y le pide a menudo que pase el día o la noche. Sueña que es un hombre y están enamorados, algo a lo que BO no le sigue la corriente, pero sin desesperanzarla porque la autodestruiría como mujer. Ella siente celos de todas aquellas mujeres que le apartan de él, le gustaría que solo fuera suyo.
BO solo piensa en hacer bien su trabajo, en dar placer a las mujeres, esa es la idea que tiene en todo momento, la de una mente reflexiva que le lleva a divagar sobre las sensaciones que desarrollan toda mujer, ya sea humana o alienígena. En seguir un ritmo constante en su trabajo para hacerlas gozar, y proseguir con su misión, la que una vez el resto de otros robots sexuales les fue encomendada hasta su desaparición final. BO fue el único que sobrevivió, gracias a que su dueña le ocultó en el sótano durante cuarenta años. Una vez fallecida su dueña, decidió proseguir su misión con total discreción, yendo de clienta en clienta.
Ugo Bienvenu (Preferencias del sistema) con B.O, como Dios, nos sumerge en una historia de alto voltaje, con momentos sobresalientes; en los que el sexo es una parte fundamental en el cómic, sin olvidar la parte existencial del ser humano. Algo que pone el autor en boca de BO, de lo que da realmente sentido a la vida. Sin olvidarme de la parte gráfica, en la que Bienvenu utiliza unos recursos gráficos destacados, con unos dibujos muy buenos, que nos retrotraen a aquella revista francesa de de los años setenta y ochenta como Metal Hurlant.
Valga desde aqui mi recomendación más efusiva para esta obra futurista, con la que podrás pasar un buen rato. Un título pornográfico, repleto de sensaciones, con la que pasar una placentera tarde de lectura.
B.O, como Dios, de Ugo Bienvenu
Rústica con solapas, 128 páginas, 15 x 21 cm, color
Traducción de Fabián Rodríguez Piastri
PVP 18€
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