A lo largo del siglo XX, hubo grandes maestros del noveno arte, muchos de ellos norteamericanos como Harold Foster, Alex Raymond, Milton Caniff, Frank Robbins o Will Eisner entre otros muchos. Aquí también tenemos los nuestros como Manuel Gago, Ambrós, Víctor de la Fuente, José Ortiz, Luis Bermejo y sin duda la figura del madrileño Antonio Hernández Palacios. Uno de los dibujantes más grandes que ha dado este país en el cómic histórico, con obras fundamentales como El Cid o la tetralogía de la Guerra Civil con Eloy, uno entre muchos, Río Manzanares, Euskadi en llamas, y Gorka Gudari. Sin olvidarnos de los álbumes que realizó sobre Colón y la Nueva España para el Quinto Centenario, o los de los centenarios de Carlos V y Felipe II. Todos ellos obras que respiran la maestría de un grande del color, el lápiz y la tinta en estado puro; con un detallismo en el dibujo y la composición que rozaba la perfección.
Desde hace unos años la editorial Ponent Mon, ha estado reeditando buena parte de su obra. Una etapa que ha llegado a su fin, con la publicación en el centenario de Palacios celebrado en 2021, con Los cantos de Maldoror. Un trabajo que fue publicado originalmente a color para la revista francesa Metal Hurlant en 1981, y que la edición española se reprodujo en su número 11, en diciembre de 1982. Ahora es nuevamente publicado (en un espectacular álbum), el cantico poético de Isidore Ducasse (de los seis publicados en 1869), más conocido bajo el seudónimo del Conde de Lautréamont, en una edición en blanco y negro. El propio Palacios expresó su desacuerdo del color empleado para la edición francesa, e imagino que se ha tomado esa decisión ahora, para reeditar esta pequeña joya. En la que además, cuenta con un prólogo de Hebert Benítez Pezzolano, y un precioso epílogo del poeta y amigo Luis Alberto de Cuenca.
El cantico narra un relato entre
lo divino y lo humano, en el que se pone de manifiesto la lucha entre el bien y
el mal, en el que el ser humano es corrompido desde su nacimiento, y cuya representación
recae en la figura de Maldoror (el propio Lautréamont). El narrador de la historia nos habla del pacto que se hizo
con “La prostitución”, para sembrar el caos en las familias, y de cómo
un ser de luz en forma de luciérnaga, le advierte de la inscripción
de una lápida; a su lado permanece una mujer desnuda. A la que intenta ayudar, ofreciéndole
su mano, con la oposición de la luciérnaga. La cual incita al hombre, a que
acabe con la vida de aquella mujer, con un desenlace fatal para aquel ser de
luz; sobreviviendo la mujer en condiciones nada favorables, mientras que el que
el hombre se ve condenado a una eterna plegaria.
Los cantos de Maldoror fue realizado en uno de los mejores momentos creativos (gráficamente hablando), de Palacios, en los que reunió calidad y buen hacer, para trasladar el complicado cantico de Ducasse. 16 páginas componen un relato lleno de grandes y vigorosas viñetas con las que deleitar al lector, entre los trazos detallados que componía el maestro con su plumilla.
Una obra muy compleja de ilustrar debido a lo abstracto de su contenido, en el que Palacios resuelve con nota este trabajo. La edición en formato de álbum de gran dimensión, le da el empaque necesario para disfrutar de un trabajo brillante, con el que podremos disfrutar de un álbum lleno sensaciones, de uno de los mayores talentos de noveno arte, y de uno de los grandes renovadores de la poesía francesa del siglo XIX. Un álbum que no puede faltar en tu colección.
Los cantos de Maldoror
Adaptación y dibujos, de Antonio Hernández Palacios
Cartoné, 48 páginas, 24 x 34 cm, b/n
PVP 20€
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