Me ha llevado semanas poder escribir esto, parar un poco el tiempo y reflexionar sobre la figura de Carlos Pacheco (San Roque, 1960). Como a muchos de los seguidores del autor sanroqueño, nos sorprendió la noticia de la enfermedad de Carlos, comunicada por él mismo a través de sus redes sociales, con una entereza fuera de lo común. Así como el desenlace final que nadie esperaba que fuera tan rápido, y tan sentido, el pasado 9 de noviembre.
En ese instante, los recuerdos de
nuestro primer encuentro volvieron a mi memoria, aquellos momentos que pasé
junto mis hermanos en la librería Elektra Cómic (cuando estaba en la calle Pozas
nº 2) en enero de 1990; en una firma en la que nos íbamos a encontrar a Carlos en
pleno auge de su popularidad. Todo ello gracias a los pósteres que estaba
realizando para Cómics Fórum (como el Especial Navidad de Alpha Flight de 1987,
fue su primera colaboración), historietas como las realizadas para el especial Humor
A tope nº 33, con ¡La supermovida de los superhéroes!, y nuevamente dos páginas
espectaculares para el Cimoc especial Heroínas. Además
de las cubiertas de Clásicos Marvel, la maxiserie La Visión y la Bruja Escarlata o la miniserie de Nick Furia vs Shield.
Desde ese año seguí de cerca la trayectoria de Pacheco, su American Soldier (Marvel Héroes nº 41), junto con Antonio Moreno; la llegada a Marvel UK, con Dark Guard, su paso por DC en Flash, sus primeros trabajos importantes para Marvel, como Bishop. Huida del mañana o Starjammers, y la llegada a X-Men. Nuestros caminos se volvieron a encontrarse en el Salón del Cómic de Barcelona en 2002, Pacheco ya era un autor consagrado, toda una estrella de Marvel.
Durante los últimos veinte años solía verlo en diversos salones como Expocómic, Jornadas Comiqueras, Salones del Cómic de Barcelona, etc. En todos ellos destacaba, se hacía querer por el fandom, su conocimiento de Universo Marvel era sin igual. Un hombre culto, que podía hablar desde el razonamiento y el conocimiento, que solo una mente privilegiada como la suya podía.
Pacheco consiguió su sueño, ser
un profesional, como en aquellas historias que su admirado Carlos Giménez nos
relató en los en la revista Comix Internacional. Haciendo un símil
cinematográfico, representó lo que Antonio Banderas alcanzó al llegar a Estados
Unidos en 1992, con Los reyes del mambo tocan canciones de amor. Otro andaluz
universal que tocó el cielo, y se forjó su carrera artística a base de esfuerzo
y pasión por su profesión. Al igual que Pacheco, su profesión le llevó a
alcanzar una de las cotas más altas, por la que será siempre recordado, por Siempre
Vengadores o Arrowsmith, con Kurt Busiek y Jesús Merino.
El 29 de noviembre de 2021, fue nuestro último encuentro, esta vez el Alcalá de Henares, dentro del Seminario Origen y Destino de la Superheroína: Wonder Woman, Ochenta Aniversario; donde pude asistir a la charla. Al final de la misma, pude saludarle, interesándome por él y sus proyectos. Desde entonces, intercambiamos más si caben los mensajes, audios y diversos pareceres. Su ilusión entre otras muchas cosas, era poder volver a su “pueblo”, en Madrid, y poder compartir un buen momento con los amigos tomando algo. Desgraciadamente, nunca llegó a materializarse, debido a la rapidez con lo que la enfermedad del ELA avanzaba.
Ese 9 de noviembre fue un mazazo personal, mis lágrimas no pararon hasta haber pasado un buen rato. La rabia e impotencia por la pérdida de Carlos me inundó durante varios días, quedando en shock. Pacheco fue uno de los nuestros, amaba la historieta como nadie, una enciclopedia superheroica andante, en el que solo uno podía escucharle atentamente. Siempre aprendías de él, no solo por los cómics, sino por las referencias musicales o sus experiencias personales.
Valga este texto como un humilde homenaje a Carlos. Siempre te recordaré, por los buenos momentos que me hiciste pasar, y sobre todo por la gran persona que eras. Donde quieras que estés, quiero pensar que seguirás dibujando y haciendo feliz a mucha gente. Gracias por todo amigo.
Excelente y hermoso artículo, Javier.
ResponderEliminarMe alegra saber que te ha gustado, Jesús. Gracias.
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