viernes, 26 de abril de 2024

Lecturas: La bibliomula de Córdoba, de Wilfrid Lupano y Léonard Chemineau

 

La cultura y el cómic van unidos de la misma mano, muchos de nosotros como lectores aprendimos ciertos pasajes de la historia, en nuestra infancia y adolescencia leyendo tebeos. Un medio como cualquier otro para conocer nuestro pasado y de lo que una vez formó parte de nuestro país culturalmente, dejando una huella imborrable en la sociedad, pasando de generación en generación. Estoy hablando del legado del Al-Ándalus en tiempos de Hisham II (siglo X), en el que el guionista galo Wilfrid Lupano (Los viejos hornos, Un océano de amor, Alim el curtidor), da vida en la novela gráfica editada por Norma Editorial, La bibliomula de Córdoba, una historia en el que resalta el poder de la cultura, y la sabiduría a través del conocimiento depositado en los libros a lo largo de los siglos. A su lado tiene como compañero de viaje, a su compatriota Léonard Chemineau (Julio Popper, Los amigos de Pancho Villa), el cual con un estilo juvenil y un tanto cartoon, nos sumerge en la época del califato de Córdoba, el de mayor esplendor de los omeya, en el que destacaba en el mundo entero en el ámbito científico, político y cultural en tiempos de Alhakén II

Una historia que comienza con la muerte repentina de Alhakén II, en el año 976, dejando a su hijo Hisham II, de tan solo once años, al frente del califato. Quedando al mando el visir Muhammad Amir (Almanzor) de todo, de tutor del muchacho, hasta que pueda hacer frente a la tarea encomendada. Muy pronto veremos como un joven llega a Córdoba (acompañado de una mula muy terca), un ladrón llamado Marwan, que durante su niñez fue copista en la biblioteca de la capital de califato, junto al eunuco Tarid. En ese momento dicho copista le acompaña la joven Lubna, cuya preocupación va en aumento junto a la de Tarid, por la orden del visir de quemar los libros, los cuales atesoran y guardan el saber de siglos. Tarid no está dispuesto a ello, y decide marcharse de Córdoba con el mayor número de libros, bajándolos de la torre de donde están, hasta los jardines del alcázar, y desde allí partir. En ese momento, Marwan  decide visitar a su antiguo maestro, nuestro amigo Tarid, encontrándose antes en los jardines, bajo la ventana, con numerosos libros con Lubna; a la que cree robando dichos tesoros del saber, poniéndose en guardia con una espada. Enseguida la muchacha dejará maniatado al joven para proseguir con la faena, aprovechándose de la mula que ha lleva consigo Marwan, para cargar con más libros. 

Finalmente Tarid sale de la ciudad con los libros durante la noche, mientras que por la mañana su antiguo discípulo es acusado de cómplice en el robo de los libros. Algo que él niega haber cometido, sino una mujer de piel oscura y una cicatriz en la cara. Como castigo los soldados deciden tirarlo al rio Guadalquivir, atado a una piedra, siendo salvado en el último momento por Lubna. El destino hará que ambos vuelvan a reunirse con Tarid, y la dichosa mula, que tiene predilección por comerse las páginas de varios libros ante cualquier descuido. La idea del joven era devolver el libro que se llevó hace diez años (El libro de los animales), obtener el perdón de su maestro, y comenzar una nueva vida. Algo difícil de conseguir ante los acontecimientos sufridos. La primera idea será marchar hasta Batalyaws (Badajoz), y cederlos ante su Rey (el cual admiraba la biblioteca de Córdoba) para su conservación. No sin antes diversas penurias, la mala fortuna y la persecución de los soldados del visir. 

Mientras en Medina Azahara, en el palacio del califa, Hisham II está preocupado por las noticias que llegan de la quema de libros, el visir le comenta que tan solo es una remodelación de la biblioteca, para dejar espacio a los nuevos.

Wilfrid Lupano construye en La bibliomula de Córdoba una historia muy bien documentada, en la que alterna la comedia con la tragedia. Sus protagonistas nos ofrecen una muestra de la cultura omeya, de su desarrollo, en el que Tarid juega el papel de erudito, Marwan el de ladrón y la muchacha Lubna, el de la joven sensata y prudente. En cuanto la Léonard Chemineau, se nota la clara influencia de la escuela franco belga en sus dibujos, con algunos detalles a tener en cuenta, como la cantidad de detalles en cada página realizados; tanto en los fondos como en los personajes. A medida que avanza en el desarrollo de la obra, seremos testigos del gran trabajo de Chemineau en cada una de las partes que componen el guion llevado a cabo. Un trabajo que es complementado por un color efectista de Christophe Bouchard, que se centra en tonos naranjas, amarillos y marrones; dejando los azulados para las noches o los sueños. 

Sobre la edición de Norma, solo puedo decir que es una preciosidad el libro, el mimo que ha puesto la editorial se nota en cada de los adornos y diseños que componen el tomo. En los que vemos como los acabados en dorado, junto con los cantos tintados en morado, y la cinta que hace de marcapáginas, hacen de él un objeto muy bello, de puro coleccionismo. Elementos que pueden justificar el alto precio del volumen y al tipo de lector al que va destinado.

Mi resumen final de La bibliomula de Córdoba, sería el de una lectura entretenida, con algunos momentos mejores que otros, con un final a medio gas, que deja al lector con una media sonrisa, ante una obra que podría haber estado mejor rematada. Un trabajo, cuya finalidad se disputa entre ser una aventura histórica y la divulgación de la sabiduría en tiempos del califato.        

La bibliomula de Córdoba
Guion de Wilfrid Lupano
Dibujo de Léonard Chemineau
Color de Christophe Bouchard
Traducción de Eva Reyes de Uña
Cartoné, 264 páginas, 20,5 x 27,5 cm
PVP: 45 €  

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