lunes, 17 de junio de 2024

Los fantasmas de Benamira, novedad RBA junio

El amigo José Luis Córdoba, tiene nueva novela de ficción, Los fantasmas de Benamira, será la tercera desde que dejó la dirección de Panini Cómics. Una historia ambientada en la España rural, en la provincia de Soria.


 Los fantasmas de Benamira
José Luis Córdoba
Colección: Novelas Ficción
Rústica con solapas, 320 páginas, 14 x 21,3 cm
PVP: 20 €. A la venta el 19 de junio

TRAS CADA UNO DE NOSOTROS HAY UN CÚMULO DE HISTORIAS DEL PASADO

Hace tiempo que Benamira, en Soria, dejó de ser un pueblo como los de antes. Desaparecidos casi todos sus habitantes, apenas quedan los ecos que han dejado. Un día, un médico que da servicio a la zona encuentra una saca de cartas fechadas en 1942 y que nunca llegaron a su destino. Es el momento en el que las voces de los espectros despiertan y empiezan a contar la historia reciente del pueblo, con sus momentos memorables y sus pequeños relatos felices, tristes e, incluso, escalofriantes.

A través de la voz protagonista de Nemesio García recorremos el pasado del pueblo, orgulloso de lo que había sido, pero también zarandeado por la historia de España y diezmado por el éxodo rural. El talento y la sensibilidad de José Luis Córdoba elevan esta pequeña crónica, a caballo entre la realidad y la ficción, a valioso testimonio de un mundo que se desvanece.


José Luis Córdoba del Águila (Barcelona, 1956), es un periodista y editor muy especial, por ser el profesional español que ha dirigido más proyectos editoriales. Durante su etapa en RBA, mientras dirigía Playboy, creó revistas como Barrio Sésamo, Medieval, Arqueo, Barbie, Amadeus y todo el portafolio Disney, al tiempo que también coordinaba publicaciones como Speak Up, Mundo Científico, Vivir Feliz, Integral y Cuerpomente. Durante los 16 años que trabajó en Panini, editó 140 cabeceras de revistas nuevas y desarrollo la división de cómics, con la que puso a la venta aproximadamente 8000 títulos diferentes.Ha dirigido su propia editorial, DQ hasta diciembre de 2023. Además de Suma poética (2022), es autor de El viejo periodista (2021).
 
Prólogo de José Luis Córdoba del Águila:
 
Benamira es un claro ejemplo de la España vaciada. Uno de esos pueblos que perdió su razón de ser y hoy, deshabitado, es una de las pedanías de Medinaceli; un refugio para desconectar de la ciudad, un lugar a donde van, para pasar las vacaciones de verano, los descendientes de quienes vivieron allí y no renuncian a sus raíces.

Desaparecieron los niños, cerraron la escuela, dejaron la consulta sin médico y clausuraron el ayuntamiento. El cura dejó de celebrar misa los domingos, porque se quedó sin feligreses, y ahora solo visita el pueblo el día de la fiesta mayor o si le llaman para que oficie el funeral de alguien, que murió en la ciudad y desea ser enterrado en la tierra en la que nació. Los jóvenes se fueron a trabajar a las grandes ciudades, los viejos se quedaron solos y aislados por falta de transporte público; los políticos se olvidaron de ellos y, poco a poco, todos se marcharon.

Quedó el vacío y el silencio, después de que los únicos vecinos que se resistieron a abandonar su casa dejaran el lugar en el que vivieron sus ancestros. Esta es una historia triste y con un final previsible, porque donde no vive nadie solo quedan los espíritus, las invisibles sombras de los muertos y los recuerdos de un modo de vida diferente.

En los años sesenta del siglo XX, de los 9.000 municipios existentes en España el 94 por ciento eran rurales. El gobierno decidió concentrar algunos pueblos, con el fin de potenciar la creación de grandes poblaciones y de este modo modernizar la administración y camuflar el descenso de habitantes en la España rural, que se vaciaba sin remedio. En el caso de Benamira, junto a nueve ayuntamientos más, la anexionaron a Medinaceli y dejó de existir. La población del nuevo municipio se duplicó y su superficie aumentó hasta los 205 kilómetros cuadrados —exactamente el doble que el de la ciudad de Barcelona—. Esta concentración, sin las medidas necesarias para fomentar la vida en los pueblos con la creación de nuevas infraestructuras, sirvió de poco y continuó el envejecimiento de los vecinos, mientras los jóvenes emigraban a las grandes ciudades, en las que encontraban las oportunidades que no tenían en el campo. En la actualidad, Medinaceli sigue perdiendo población y cuenta con poco más de 600 habitantes, entre los que se encuentran los ancianos de las dos residencias geriátricas existentes en el término municipal. En resumen, tres habitantes por kilómetro cuadrado, contra los 16.000 de la capital catalana.

Así es la España vaciada, en la que el hospital más cercano está a ochenta kilómetros, el instituto a treinta y el consultorio médico del pueblo solo tiene a una doctora que, casi sin recursos, debe desplazarse puntualmente a las pedanías para atender a los pocos habitantes que quedan aislados del núcleo urbano.

Los espectros están ahí, en cada piedra, en todas las vigas que ceden y dejan caer a tierra los tejados de las casas, en los recuerdos de los que emigraron, en la memoria compartida y en los escritos que dejaron algunos para no ser olvidados. Solo ellos, los fantasmas, son los protagonistas y pueden contar la historia de Benamira y sus gentes.

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