Todos conocemos el clásico de George Orwell, Rebelión en la granja (Animal Farm), muchos de nosotros leímos dicha novela durante nuestra adolescencia, en uno de los cursos escolares, e incluso en Inglés como trabajo del trimestre. Una novela que sigue vigente desde su primera edición, allá por 1945, en la que un número de importante de animales expulsa a los hombres de una granja, para imponer un sistema justo de gobierno democrático, que finalmente deriva en un régimen autoritario, en una dictadura del mejor posicionado. Es el caso de dos cerdos (los más inteligentes), Snowball y Napoleón, que quieren hacerse con el control, siendo este último, el que se haga con el poder total. Teniendo el primero que salvar la vida, al tener que huir de los perros que ha enviado Napoleón para acabar con él. Adoptando el nuevo rol de líder, justo el mismo que pretendía desterrar de los humanos sus defectos y pecados, y que condicionaron al resto, para la consecución de una revolución, que parecía no ser tan idílica.
Partiendo de esta base, el guionista Xavier Dorison (Undertaker, Long John Silver, Asgard), construye una historia apasionante, una fábula con la ayuda del joven dibujante Félix Delep, con el nombre de El castillo de los animales (Norma Editorial). Una historia que retoma de alguna forma el estilo de narración de Rebelión en la granja, pero esta vez, en un castillo reconvertido en granja, cuyo líder está representado en un gran toro llamado Silvio. Una granja sin hombres, en la que no se conocen los motivos de sus ausencia, los cuales pueden ser varios: desde simplemente que abandonaran el lugar, pasando por una batalla con otros hombres o que enfermaron. Desde ese momento los animales vivían felices y contentos, de ser libres ahora, tras permanecer en un castillo al que consideraban como una cárcel. Ahora lo habían rebautizado con el nombre de “República”, pero con el paso del tiempo, parece no habían ganado con el cambio, sino más bien el descontento entre sus habitantes.
Nada más abordar la lectura, asistimos al ajusticiamiento de la gallina Adelaida por coger su propio huevo en su beneficio, por no entregar el fruto de su trabajo al granero central. Tras proclamar la sentencia por medio del tribunal y el presidente Silvio, es llevada al poste de castigo, dando cuenta de ella los milicianos, los perros. Mordiéndola hasta acabar con su vida, un desgraciado suceso, contemplando por la gata Miss B (Bengalore) y la oca Margarita. Lamentándose de no poder haber hecho nada por salvar la vida de su amiga.
La bella Miss B, es una gata que tiene que trabajar (ante la falta de su marido), ocupando un puesto en la construcción del castillo, llevando piedras muy pesadas. Todo ello para mantener a sus hijas, y llevarse unos míseros botones (moneda de cambio usada) como contraprestación para comprar leña o comida, y apenas subsistir. En un momento del trabajo, discute con Azov, nº 1, uno de los milicianos, que afirma que la piedra que lleva Miss B, se ajusta al hueco dejado para ello. Nada más lejos de la realidad, al intentar colocarla, resbala por la pared y el andamio, destrozándolo en gran parte, por el elevado peso de la piedra, con la consiguiente regañina.
Mientras, por la noche, un apuesto conejo llamado César, atiende a diferentes gatas, ante la queja de Miss B, pues no es de recibo dar tanto escándalo y no dejar dormir a sus dos crías. Al regreso a su escondrijo, es recibida por Margarita, que ha cuidado de sus gatas en su ausencia.
El descontento es generalizado entre todos los animales, va en aumento, con una carga excesiva de trabajo, y la poca ración de comida que reciben a cambio. Tienen hambre y pretenden solucionarlo, quejándose al gallo y a los milicianos, intentando tomar el granero por su cuenta. Algo a lo que no están dispuestos los perros, bajo ninguna circunstancia, cometiendo una masacre sin parangón entre los animales rebeldes. Entre ellas la amiga de Miss B, Margarita, que al ver su lamentable e impactante estado, toma conciencia de liderar pacíficamente, a través de una “resistencia pasiva”, de una rebelión contra Silvio y su poder. El fruto de todo el trabajo de los animales, solo repercute en beneficio del presidente y sus acólitos más cercanos. Gracias también a una rata sabia, se prenderá la mecha para acabar con tanta injusticia.
Estamos sin duda ante uno de los mejores trabajos de Xavier Dorison como guionista, reinterpretando conceptos de la obra de Orwell, para adaptarlos plenamente en el siglo XXI. Una historia que mantiene al lector enganchado de principio a fin, con giros argumentales sobresalientes, que consiguen emocionarte profundamente en muchos momentos de la narración. Pasando las páginas con devoción, para ver cómo acabará la historia, y de cómo Félix Delep resuelve el dibujo con gran detalle, para mostrarnos un talento superior.
El castillo de los animales es un trabajo magistral, el cual recomiendo efusivamente a todos los lectores, ya no solo por la belleza del dibujo, sino por la historia en sí, de lucha y de supervivencia por unos ideales; que en algunos momentos hay que conquistarlos con sudor y lágrimas por el camino.
El castillo de los animales. Integral 1 (de 2)
Guion de Xavier Dorison
Dibujos y color de Félix Delep
Traducción de Eva Reyes de Uña
Cartoné, 148 páginas, 24 x 32 cm
PVP: 32 €
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